viernes, 20 de abril de 2012

Claraboya. José Saramago.


"Por entre los velos oscilantes que le poblaban el sueño, Silvestre comenzó a oír trasteos de loza y casi juraría que se transparentaban claridades a través del punto suelto de los velos. Iba a enfadarse, pero de repente se dio cuenta de que estaba despierto. Parpadeó repetidas veces, bostezó y se quedó inmóvil, mientras sentía cómo el sueño se alejaba despacio. Con un movimiento rápido, se sentó en la cama. Se desperezó, haciendo crujir ruidosamente las articulaciones de los brazos. Debajo de la camiseta, los músculos del dorso se contornearon y tensaron. Tenía el tronco fuerte, los brazos gruesos y duros, los omoplatos revestidos de músculos entrelazados. Necesitaba esos músculos para su oficio de zapatero. Las manos las tenía como petrificadas, la piel de las palmas tan gruesa que podía pasarse por ella, sin que sangrase, una aguja enhebrada."

Así empieza el libro Claraboya de José Saramago. Y Pilar dice, en el prólogo titulado El libro perdido y hallado en el tiempo, "Claraboya es el regalo que los lectores de Saramago se merecía. No es cerrar una puerta, por el contrario, es abrirla de forma rotunda, de par en par, para volver a leer la obra con la luz y la perspectiva de lo que el escritor, cuando joven, ya venía diciendo. Claraboya es la puesta de entrada a Saramago y será un descubrimiento para cada lector. Como si un círculo perfecto se cerrara. Como si la muerte no existiera."

Ya estaba yo tardando en abrir este libro. Gracias pirata.

Un beso. mjo

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