En menos de una semana me han regalado dos pañuelos para el cuello. No es mi cumpleaños, ni mi santo, ni celebro nada confesable en voz alta. Pero, aún así, dos amigas me han regalado unos pañuelos preciosos. ¿Por qué? Porque son personas estupendas, cariñosas y generosas. El merito no está en el que recibe, sino en el que da.
Uno tiene unas pequeñas flores y unos flecos y el otro es azul, de un azul alegre. El primero me lo ha regalado E. y el segundo M. Gracias. ¿Cúal me pongo hoy?
También guardo con cariño uno con colores tierra que me regalaron I. y M. un día en un café. Y aquel, también azul, de P. Los pañuelos cuidan el cuello, la garganta, la voz. Gracias otra vez.
Y el ratoncito Pérez ... ayer debería haber estado más atento, y ver que ese pequeño diente ya se movía mucho. Tendrá que ser esta noche cuando haga el cambio de diente por juguete. Siempre corriendo y muchas veces ... tarde.
Me voy de compras. Un beso. mjo
Ay, ese ratón. ¿Qué tendrá? Quizá esté enfermo, de vacaciones, haya tenido ratoncitos... Si hay recortes también en el servicio de Perez Xagutxoa no habrán sustituido al que debía haber llegado a vuestra casa, y algún otro deberá hacer más viajes. Dejadle, junto al diente, un buen trozo de queso para que recupere fuerzas y pueda seguir cambiando dientes por juguetes. Je! Y un vasito de vino, para levantar el ánimo.
ResponderEliminarQueso y un poco de vino ... ummmm... y alguna nuez.
ResponderEliminarUn beso grande para la chica de gafas progresivas. mjo