El otro día llovía. Llovía mucho. Y yo estaba en la Biblioteca. Charlando con S. (Charlando en voz bajita. Muy bajita.) Uf, así yo no me voy a casa.- dije yo. Tengo un paraguas. - me dijo él. Espera, te lo doy. Y entonces lo vi. Era crema, con estrellas pequeñas en color chocolate. Mango fino, palo largo. No tenía mi nombre, pero casi. Me enamoré. Flechazo a primera vista. Y con volantes en la tela. Guau. Me voy a casa dando un rodeo.
Imagino que alguien lo dejó olvidado en la Biblioteca. Imagino que alguien lo echará de menos. Lo tengo yo. Lo cuido yo. Hasta que alguien lo reclame. ¿Es tuyo? ¿De alguna amiga tuya? Pídelo en la Biblioteca, ahí saben dónde está. Mientras tanto, lo pasearé por Amorebieta. Tal vez alguien lo reconozca y me diga ... ¡Ey, ese paraguas es mío! .... Gracias - le diré yo. Me refugió de una lluvia de primavera y además lo disfruté mientras tú venías a buscarlo. ¿No te importa, verdad?
Un beso a todas las personas que pierden un paraguas cada invierno. Soy del club. mjo
Nota para quien no lo haya pillado: lo de "un cielo estrellado" era por las estrellas del paraguas.
ResponderEliminarY no lo digo por ti, moletero.
Un besote. mjo
Ten cuidado, que a ese maravilloso paraguas le pueden aparecer muchos dueños.
ResponderEliminarDueñas. Me pega más que puedan ser dueñas. No hay problema. No es mío, no me pertenece. Eso sí, tiene una pequeña marca de nacimiento. Quien lo reclame tendrá que indicarme qué es y dónde la tiene.
ResponderEliminarUn beso grande de lunes. mjo