"Greta nunca salía de casa sin una gardenia en el ojal. O una rosa de té, blanca y breve, como su taconeo de paloma inquieta. A estas alturas de su historia trataba a la vida como a una vieja amiga y era capaz de perdonarle hasta sus desplantes más crueles. Sabía que algunos recuerdos duelen para siempre; que tiene la fea costumbre de dejar su firma en el rostro de quienes lo ven pasar; que ciertas personas no aprenden jamás; que las que nacen buenas casi nunca se tuercen, y que las que nacen malas no tienen remedio."
Mamen Sánchez. Agua del limonero.
Hoy he leído en un periódico: Podría vivir sin escribir, pero no podría vivir sin leer. Y lo decía una escritora. No recuerdo su nombre. Volveré a mirar.
Un beso de atardecer. mjo.
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