jueves, 26 de septiembre de 2013

La estoy viendo.


Salió de la escuela con la carita baja y los ojos tristes. Amatxu, me has puesto manga larga. Y los ojos rojos empezaron a llorar. Con esa vocecita que todo lo dice porque todo lo sabe decir ella desde muy pequeñita, soltó todo lo que durante un largo día de escuela no había podido explicar: que tenía calor y que estaba incómoda.  Lo sabía, su amatxu, lo sabía, porque las amatxus lo saben todo antes de que ocurra. Durante todo el día, viendo el sol y soportado el calor, había estado pensando en esas largas mangas y esas botas rojas. (Y es que cualquiera acierta, para hoy dan 29 grados y en la ventana, yo, ahora, siento frío.)

Imagino que todo pasó pronto. El encuentro con alguna amiga, la sonrisa de su hermano, sus juguetes, sus dibujos, esas cosas hacen que todo se olvide rápido y que pasen de la lágrima a la risa igual que de la broma al llanto. Son así. Qué envidia. A nosotras nos dura un poco más cada estación.

Un beso grande para J, que supo aguantar el tipo hasta las cuatro y media. Y otro para su amatxu, que es una campeona (se lo digo siempre). mjo

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