viernes, 13 de septiembre de 2013

Os lo juro.


Yo no pierdo cosas. Las cosas, simplemente, desaparecen. Llevo días buscando el cable para descargar las fotos de la cámara, que aún contiene los recuerdos de un verano bonito y soleado, y no lo encuentro. Siguen kilos de llaves de diferentes puertas y lugares sin aparecer, y para colmo no sé dónde se me perdió el tiempo que calculé tendría cuando me levanté esta mañana temprano. ¿En qué cajón lo habré metido? No voy a seguir buscando. No lo perdí, seguro, él se esfumó entre boquillas de trompeta, papeles caducados y planes para este curso que viene y que llega. Ya encontraré mañana el dichoso cable, igual que hoy encontré, escondido en una percha, bajo una camisa azul, un pantalón vaquero que no quería salir a la calle en un día de lluvia y fue a esconderse allí. Ay, madre, cómo son las cosas.

No importa, lo dicen las pintadas en un muro de Tarragona: Les millors coses d aquesta vida no són coses.

A la bella S. (que a veces lee este blog). Un beso vikingo. mjo

2 comentarios:

  1. Toma un abrazo cerrado y un besazo sonoro. No los pierdas
    Fátima

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  2. Noooo, eso nunca.
    ¿En qué categoría entran los besos y los abrazos? No son ni cosas ni personas. Y ¿dónde se guardan? Pues, me los llevo puestos, gracias.

    Un besazo de pueblo. mjo

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