Yo no pierdo cosas. Las cosas, simplemente, desaparecen. Llevo días buscando el cable para descargar las fotos de la cámara, que aún contiene los recuerdos de un verano bonito y soleado, y no lo encuentro. Siguen kilos de llaves de diferentes puertas y lugares sin aparecer, y para colmo no sé dónde se me perdió el tiempo que calculé tendría cuando me levanté esta mañana temprano. ¿En qué cajón lo habré metido? No voy a seguir buscando. No lo perdí, seguro, él se esfumó entre boquillas de trompeta, papeles caducados y planes para este curso que viene y que llega. Ya encontraré mañana el dichoso cable, igual que hoy encontré, escondido en una percha, bajo una camisa azul, un pantalón vaquero que no quería salir a la calle en un día de lluvia y fue a esconderse allí. Ay, madre, cómo son las cosas.
No importa, lo dicen las pintadas en un muro de Tarragona: Les millors coses d aquesta vida no són coses.
A la bella S. (que a veces lee este blog). Un beso vikingo. mjo
Toma un abrazo cerrado y un besazo sonoro. No los pierdas
ResponderEliminarFátima
Noooo, eso nunca.
ResponderEliminar¿En qué categoría entran los besos y los abrazos? No son ni cosas ni personas. Y ¿dónde se guardan? Pues, me los llevo puestos, gracias.
Un besazo de pueblo. mjo