miércoles, 28 de mayo de 2014

Mercedes Salisachs.


Leo en un suplemento que esta mujer no tuvo el éxito que mereció por ser guapa, inteligente, rica y de derechas. Será que con 17 años no tenía yo aún los prejuicios establecidos (todavía hoy no me entero de qué cosa es eso de prejuicios para con la literatura) y me dio por leer La estación de las hojas amarillas. Conservo el libro, esta viejo, amarillo, medio roto y con el precio (650 pts) escrito a lápiz en la primera página (ésa que siempre se deja en blanco para anotar el valor de la compra venta.)

Años después, un amigo que aún lo es, me dejó (creo que era de su hermana) La gangrena, y en casa tengo, además, Una mujer llega al pueblo.

Ahora lo leo y me resuena antiguo, pero en su día, este principio, llegué casi a saberlo de memoria.

10 de octubre.
"En realidad, la sentencia cayó sobre nosotras cuando tú, adoptando insesatamente la fórmula establecida por todos los que se consideran normales, dijiste, indiferente: "Parece verano".
La ventisca se produjo a partir de aquella frase. Lo recuerdo muy bien. Tus faldas comenzaron a volar entonces. No antes. Y también tu chal, tus melenas, tus esfuerzos por sonreír... Todo se iba, todo se esfumaba al conjuro de aquella frase tuya tan estúpida como cruel. Sólo la música de Pablo en el tocadiscos pretendía aún defender obstinadamente la hipótesis de aquel verano a destiempo que tu frase había querido prolongar."

La estación de las hojas amarillas. Mercedes Salisachs.

(Mira que he sido rara siempre. Me encantaban los libros de esta mujer. Que en paz descanse.)

Un beso de día con gabardina. mjo

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