Hay ocasiones en las que me gustaría llevar la cámara conmigo. Ésa, sí, la de hacer fotos. Pero soy demasiado vaga. Me gusta llevar ligero el bolso cuando salgo a divertirme, por si hay que salir corriendo. Nunca se sabe. Y llevo siempre lo justo, (llaves, pañuelo) Pero ayer, ¡qué lástima!.
El caso es que me enamoré otra vez. Fue un momento mágico, irrepetible. De esos que no se olvidan. Tocaba la banda de los portugueses, en el parque, bajo un calor bochornoso y una luz blanca que anunciaba agua a jarrones. Y de pronto una, otra y muchas más. Gotas de agua que caían sin intención de parar. Y él, un chico guapo con camiseta azul y gafas de pasta, se acercó con un paraguas de chica a tapar al batería, (mientras una servidora tapaba a la ayudante y a un chico de la banda que llevaba cámara de vídeo.) Yo no me mojé mucho, mi paraguas era de esos grandes, negros, recios, ... él se caló hasta los huesos mientras bailaba y sonreía. Después otro chico se acercó a taparle a él y se completó la estampa. La música siguió sonando.
Es lo que tiene Haizetara, que siempre te deja imágenes en el recuerdo difíciles de olvidar.
Un beso de la mujer del chico de las gafas de pasta. mjo
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