Olvidé mencionar que a R. se le cayó una sustancia pringosa de dudosa procedencia en la manga entera. Sí, la pobre no se quitó el rastro sobre su jersey oscuro en toda la tarde noche. Y a R. (otra R. también con rizos) se le atasco la cosa de los pinchos y el sábado por la noche hizo una confesión que todos dimos por demasiado intima. A M. (lo supimos después) le daban asco los de textura liquida (como a esta que escribe) y algunos se quejaron de que no notaron demasiado el efecto de los Petazetas. Tremendo descontento.
Pero, a pesar de todo, a pesar de las manchas, los ascos y las confesiones deshonrosas, hubo buen rollo, cachondeos varios y recuerdos que enseñan que lo importarte (siempre) es echarse unas risas.
El año que viene más. Pero yo salgo merendada.
Un beso con sabor a txangurro. mjo
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