domingo, 23 de agosto de 2015

Mañana


Necesito un libro. Necesito imperiosamente empezar a leer otro libro. Uno que me absorba el cerebro tanto como los dos últimos que he leído. Espero impaciente que llegue mañana. Que esté la Biblioteca abierta y encontrar (entre los miles) ese libro que me espera para que yo lo lea. La vida sin un libro entre las manos está bien, pero es igual que una cerveza sin espuma o un helado sin barquillo. Yo quiero vivir y quiero leer (si es posible) todos los días del año. Aunque sean las instrucciones del jabón de manos. Ahora que noto que la vista se afloja y que las manos (si el libro es gordo) se agarrotan, me siento más impaciente aún por encontrar continuamente un libro que me acompañe en estas horas de mi vejez. 

... me encanta adelantarme al tiempo y empezar a sentir eso que seré: una viejita flojeras, quejicosa y silenciosa a la que se le da fatal el punto y el ganchillo y pase las horas leyendo y tomando infusiones junto a una ventana por la que se vea un jardín. ¿Me imaginas, verdad?

Un beso con ronroneo. mjo

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