Aquella mañana llovía. Llovía mucho. Mucho, mucho. Pero habíamos quedado. Y a una cita no se falta, menos aún si es con una amiga. Nos encontramos en la frutería, de manera casual, con prisas, y acordamos quedar para andar. Dicho y hecho.
País Vasco en su máximo esplendor ... amaneció con temporal. Bien abrigadas y con un sólo paraguas (creo recordar) nos aventuramos al paseo como si de una tarde primaveral, cálida y luminosa se tratara. Buscamos nuestro lado (para algo somos hermanas de oído malo) yo a su izquierda, ella a mi derecha. Y la lluvia por todos lados. Hablando, hablando, llegamos hasta el lugar donde queríamos tomar un buen caldo ... pero ¡no había! Nos decantamos por una infusión de marca y juramos repetir la jugada cualquier otro día.
No hubo más paseos (lástima) pero aquel no se nos olvida. La charla fue amena, solas (tal vez por eso especialmente) bajo el paraguas y con esa estupenda lluvia que caía de lado.
En algún momento del paseo ella dijo: - Si yo perdiera mi empleo ... montaría una empresa. (Vaya, qué gracia).
Un beso a mi rubia media naranja en las fiestas de parejas. mjo
Nota: A ella le hacía mucha gracia lo de ...¡¡¡es que llueve de lado!!! Eso no se me olvida.
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