Hace tiempo que decidimos que en esta casa no somos (para nada) personas supersticiosas. No creemos en la mala suerte, ni en el mal de ojo, ni en las rachas malas. Nadie tiene gafe, nada es de mal agüero y no tenemos miedo a las lunas llenas ni a los lobos rojos. Dejamos el bolso en el suelo (si está limpio, claro), si la sal se cae la recogemos, y si la criatura estornuda no le hacemos la señal. ¿Me explico? No creemos que el martes y 13 sea un día diferente a los demás de ninguna de las maneras.
Dicho esto os voy a relatar una serie de hechos acontecidos hoy (en lo que llevamos de día): Calendario martes y 13, un espejo de cuerpo entero hecho pedazos en lo que será mi espacio marieta, una escalera de pintor bajo la cual he tenido que pasar (y más de una vez) porque el restaurante donde hago de todo menos de camarera está de mejoras. Un gato negro, negro negrísimo se me cruza al bajarme de mi linda furgoneta. No sigo, que alguien puede asustarse. Sólo me queda la tarde y la noche. Si esto sigue así me voy a cruzar con Mari la de Amboto y me va a poner tres velas negras.
Lo dicho, aquí esto de la superstición no nos afecta. De lo contrario ya estaría yo en la cama y sin salir hasta mañana. Las cosas pasan porque tienen que pasar y no le demos más vueltas. Voy ver si consigo recoger todos los cristales rotos y no me corto.
Un beso y cruzo los dedos. mjo
Ufaaaa, vaya día.
ResponderEliminarEspero que luego fuera todo bien.
Un beso muy grande, que eso siempre viene bien
Fátima
Sí, luego llegó el duende que todo lo arregla y el día tuvo un final feliz.
ResponderEliminarGracias!!!