Yo que soy de las que aviso siempre ante un botón suelto a una altura comprometida o una inapropiada cremallera olvidada a medio camino entre la decencia y la vergüenza, yo que suelo (con un pequeño gesto) anunciar la ramita de perejil entre los dientes o los restos de alguna traviesa salsa en la barbilla, ... yo pido a cambio, si es posible, el mismo trato.
A las siete de la mañana leo un mensaje sobre algún error, alguna falta en este blog. Pero sin especificar dicho error. Eso es como decirle a una amiga: ¿Te puedo decir lo que me dijo fulanito de ti hace ya algún tiempo? Vamos, claro, ya estás tardando. Ahora tendré que esperar noticias aclaratorias porque yo, entre el sueño que tengo y que sin desayunar no veo ni un tanque en un lavabo, no encuentro ni voy a encontrar (a simple vista) la falta de ortografía.
Oye, ¿te importa si te digo que desde hace dos horas tienes la falda enganchada en las medias y se te están viendo los culeros? ¿No sería mejor...? Disculpa, que tienes todo enganchado, déjame que te suelte. Ya está, no se ha enterado nadie.
Un beso de perdón, pero tenía que escribirlo. mjo
Nota: Si lees esta blog con frecuencia o tan solo de vez en cuando y ves un error, una falta o una mentira bien gorda, escríbeme seguido. Voy a estar eternamente agradecida.
Otra nota: Hace poco escribí A sus ódenes (sin r) en el título y nada, nadie dijo nada.
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