lunes, 30 de abril de 2018

Un regalo sorpresa


Hoy me he levantado de la cama pensando que sabía (perfectamente) todo lo que iba a suceder, todo lo que tenía que hacer y todo lo que iba a adelantar en el trabajo... que se amontona en varias listas de urgentes, importantes y cosas que no pueden esperar. Convencida estaba de que no cabían imprevistos ni modificaciones, y que un planing es un planing y que no se mueve ni una coma de lo anotado y pactado nunca y bajo ningún concepto.  Ja. La vida es imprevisible, está un poco loca y juega con gusto a cruzarse para demostrarte que puede ser tan divertida como tú le dejes que sea. 

A medio camino entre "qué montón de cosas he hecho" y "qué montón de cosas me faltan aún", en compañía de una tabla de planchar lista para la batalla, una mesa repleta de papeles, números, facturas, rodeada como siempre de maderas, pinturas, proyectos y presupuestos, en medio de todo eso... una llamada, y en menos de 1 hora me veo en un mundo mágico en penumbras, entre olores a flores frescas y voces suaves que susurran: quita ropa y cierra los ojos. Y ahí mismo, el nirvana. Un masaje en un balneario oriental con vistas al Puppy un lunes por la mañana en la capital del reino. ¿Es o no esta vida una caja de sorpresas? Si es un sueño, deja que duerma. El día no está para mucho más. 

Un beso de té de semillas de amapola. mjo

Nota: Sé que no lo he soñado porque mi piel huele a aceite de sándalo.

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