martes, 23 de julio de 2019

39,2 grados


Vestido fresco, descalza y con el pelo mojado. Así me he pasado el día. Entre el ordenador y la mesa de dibujo. Entre fotografías de fiestas y pinturas blancas y verdes. Y es que hoy tocaba trabajar y poner algunas citas en la agenda. Gracias al cielo que tengo unas clientas que no merezco. Nunca presionan, siempre me esperan. Lo mejor de cada casa. Tengo en la lista un cartel para una recién nacida, un libro de firmas para una boda fuera de serie, trabajos varios con fotografías de viajes y algunas cosas más que me miran desde una esquina, esperando nerviosas a que les toque el día. Todo llega, les digo, todo llega. 

Hoy,  23 de julio de 2019, era mejor trabajar en casa y comer helados que salir afuera. Sol igual no había mucho, pero el aire era ardiente y pesado. Tanto, que las personas sensibles han tenido que usar mil trucos para no perderse entre fuegos fatuos. La cordura se resiente y la calma se altera y todo por esa sensación de calor que te deshidrata y te desoxigena. Mucha agua, nada de tila. Y esperar a que la tormenta caiga. Siempre cae. Y siempre para. 

Un beso de frigorífico. mjo

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