Sé que no debo quejarme, que hay cosas mucho peores. Sé que todo pasa, y que en unos días estaré como una rosa. Pero, ... ay, ama, qué dolor más tonto tengo. Empezó como empieza siempre, con molestias en la garganta. Habré cogido frío, tal vez mucho trabajo, comes peor, te cuidas poco, ... zaska, que dice mí hijo, en todo el morro. Llevo días que no sé si callarme o estarme quieta. Cien litros de líquidos llevo bebidos. Analgésicos unos varios. Y es que ya, lo de sufrir, no va conmigo. Si me tengo que dopar, yo me dopo. Que no hay controles luego. Hoy tengo que ir a clase. Que la bendita providencia reparta suerte, que yo no estoy para clavos ni cordeles. Espero que se porten bien y que la careta de la muerte mexicana les entretenga un rato. (Sí, la calabaza ya la hicimos la semana pasada.) Seguro que alguna de esas pequeñas criaturas me pegó la gripe, o el catarro o lo que sea que llevo dentro. Resignación. Es lo que tiene este lindo trabajo que tengo.
Un beso con mascarilla y de bien lejos. mjo
Nota: Eso sí, el sarampión no me lo pegan.
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