Desde que sé que a veces voy por la vida con el pie torcido y otras veces con el pie cruzado, soy otra persona.
Sí, y auque no lo creas he decidido ir enmendando esas pequeñas manías que me caracterizan y que solo me recuerdan las buenas amigas. Por empezar por alguna parte, diré que una de esas peculiaridades mías es la dispersión. (A la que no estoy dispuesta a renunciar porque me parece la salsa de mi existencia.) Pero, ... me comprometo a mantenerme un poco más centrada y menos veleta en este blog o en el propio Rincón. Solo el tiempo dirá si este proposito es viable en alguien como yo, o mejor dedicamos esfuerzos en otros menesteres como mejorar los guisados, aprender algún idioma en peligro de extiención o dedicar mi vida a la oración en un convento de clausura. ¿Te imaginas?
No volaré de flor en flor. Esta semana, entera, se la voy a dedicar a Ruiz Zafón, y a su libro (mencioando ayer) La ciudad del vapor.
"Había pasado un mes desde su desaparición cuando me di cuenta de que empezaba a olvidarla. Había dejado de ir cada dos días a la iglesia, de inventar cuentos para ella, de sostener su imagen en la oscuridad cada noche cuando me dormía. Había empezado a olvidar el sonido de su voz, su olor y la luz de su rostro. Cuando compredí que la estaba perdiendo, quise ir a ver al padre Sebastián para suplicarle que me perdonase, que me arrancase aquel dolor que me devoraba por dentro y me decía a la cara que había roto mi promesa y había sido incapaz de recordar a la única amiga que había tenido en la vida."
Buen fin de semana.
Un beso de espero que no te falte un libro. mjo
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