jueves, 15 de abril de 2010

Su amor no era sencillo

"Los detuvieron por atentado al pudor.
Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse.
En realidad, su amor no era sencillo.
Él padecía claustrofobia, y ella, ágorafobia.
Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales".

"Despistes y franquezas" de Mario Benedetti

Nos vemos en un rato. mjo

3 comentarios:

  1. buenos dias:

    me ha costado , lo importante es llegar.

    marijo estoy encantada con el rincon del lector, no podia suponer lo importante que podian ser para mi las tardes de los jueves.

    mil esker a ti y al resto del grupo

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  2. Gracias por las tardes de los jueves.Nunca creí que leer " la isla desconocida" pudiera abrir tantas puertas.Espero que hoy estés mas animada y no olvides, que el sol sale todos los dias.
    Te mando esta rima que me encanta.

    Asomaba a sus ojos una lágrima
    y a mi labio una frase de perdón;
    habló el orgullo y se enjugó el llanto,y la frase en mis labios expiró.

    Yo voy por un camino: ella, por otro; pero al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún, ¿por qué callé aquel día? Y ella dirá, ¿ por qué no lloré yo ?

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  3. Lingüistas. de Mario Benedetti

    Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüistica y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingúistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuals siguieron su garboso desplazamientos con una admiración rayana en la glosemática.
    De pornto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:
    -¡Qué sintagma!
    -¡Qué polisemia!
    -¡Qué significante!
    -¡Qué diacronía!
    -¡Qué exemplar ceterorum!
    -¡Qué Zungenspritze!
    -¡Qué morfema!
    La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.
    sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: "Cosita linda."

    Nos lo leyó Ramón Mena, y con esa voz, un lujo.

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