Una mañana conocí a una chica en la sala de espera del ambulatorio de Amorebieta. Las dos íbamos a que nos hicieran una extracción para unos análisis. A ninguna nos hacía ni pizca de gracia la cosa. Agujas, sangre, tirita, ... no estábamos muy contentas y nos pusimos a hablar.
Desde entonces ha pasado ya bastante tiempo.
Nunca ha venido al rincón, pero sé que acostumbra a leer este blog.
¡Sorpresa!
Hoy he coincidido con ella, y está leyendo "La vida entera" de David Grossman.
Aquí queda.
Un beso grande. mjo
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