En invierno duermo más, como más, arrastro más los pies. (Anda, espera, si aún no es invierno. Bueno, como si lo fuera. Falta luz, sobra frío y abunda el agua, y en circunstancias tales yo me vuelvo osa. Totalmente osa.) Yo quiero soñar más, por favor, y meter más horas de sofá - libro - manta. Y tomar chocolate caliente y bizcocho casero y nueces con queso. No puedo estar como estoy en verano, imposible. La espalda se me contrae, las manos se me congelan, me hago pequeña y solo quiero estar en casa y que vengas a verme. Ay, las visitas de los domingos por lo tarde, deberían ser obligatorias por decreto foral. Familia, ven a mí. Qué gusto lo de ayer. No planché es cierto, pero no importa, bajo la chaqueta y la bufanda, la arruga se vuelve (si cabe) más bella. Es tiempo de estar en familia, y no me refiero a la Navidad. Da igual si vienen para hablar de la campana extractora, que se estropeó otra vez, o de los impuestos de la luz y el agua. El caso es que vengan.
Un beso de hermana pequeña. mjo
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