Sé que pocas personas conocen mi gran pasión por los gorros de agua de los años 50. La nadadora Esther Williams y sus musicales acuáticos cinematografiados como La hija de Neptuno o La reina del mar, tienen buena parte de culpa, lo reconozco.
¡En serio!... siempre me han maravillado esas gomas para la cabeza, con o sin correa, que alguien en su día decoró con flores para cubrir aquellas ondas de pelo tan características en las mujeres de la época. Azules, verdes, amarillos, con margaritas, flecos o burbujitas. Me encantan. Y no solo me gustan los gorros, también esas caritas de labios pintados de rojo, y esas sonrisas felices como delfines en plena fiesta marina. Yo quiero ser una chica Miu Miu en el verano de hace tres años, cuando retomaron esa moda de los bikinis hasta la costilla. Qué maravilla.
Leo en una publicación pasada, que la firma Kleinerts, en un show en 1958 en el hotel Waldorf, presentó sus gorros de baño con nombres tan inspirados como Flor marina
o Reina de los mares. Hay una fotografía de aquella noche que es para enmarcar cerca del guardarropas. Te lo juro por snoopy, scooby y lo que haga falta.
Yo quiero ser como esas bañista, y mientras lo consigo, ... las voy dibujando, que eso, también me encanta.
Un beso de lo sé, lo mío muy normal no es. mjo
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