martes, 16 de febrero de 2021

Sigo

 

     "Años más tarde, en su lecho de muerte, el viejo Sempere habría de explcar cómo en aquel instante creyó ver que Andreas Corelli derramaba una lágrima que al golpear la tumba de Cervantes se convirtió en piedra. Supo entonces que sobre aquella roca empezaría a construir un santuario, un cementerio de ideas e invenciones, de palabras y prodigios que crecería sobre las cenizas del Príncipe de Parnaso, y que algún día albergaría la mayor de las bibliotecas, aquella en la que toda obra perseguida o despreciada por la ignorancia y la malicia de los hombres iría a parar ala espera de volver a encontrar al lector que todo libro lleva dentro."

Y así termina El principe de Parnaso.

Un beso de martes con promesas del sol incumplidas. mjo

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