Dice Arsuaga que no podemos controlar nuestro lenguaje corporal. Y tiene razón. Siempre se nos escapa una sonrisa torcida, un guiño, un suspiro, un fruncir de cejas, un apretar los labios. Tal vez sea un levantar la cabeza, o bajarla, o llevarnos la mano al pecho. Muchos gestos nos delatan ante lo que nos gusta o nos digusta. No siempre son observados o tenidos en cuenta por las personas que nos rodean. No por todas, al menos. Pero algunas, las que nos conocen algo más, esas nos pillan a la primera, y normalmente responden a nuestro gesto con uno de complicidad.
A veces pienso, ¿no consistirá en esto la vida de la relaciones sociales? ¿en encontrar personas que reaccionan como lo hacemos nosotras ante una noticia, un comentario, o un comportamiento? ¿nos unirán las mismas consideraciones sobre la realidad que nos rodea? Yo creo que sí. Si algo me parece absurdo y junto a mí, alguien reacciona demostrando que ese hecho le parece absurdo ... chin chin. Ahí tienes un alma gemela. Eso puede ser el principio de una buena amistad.
Este paleóntologo que discute con el escritor me parece muy interesante. Si a ti también te lo parece, mueve una oreja sin control.
Un beso celta. mjo