martes, 24 de julio de 2018

Bendito Karma


Decía una señora muy maja (a la que conocí gracias al que cocina en casa) que La tierra es generosa cuando das. Nunca olvido esta frase. Y no es que yo entregue lo que soy y lo que tengo por necesidad de recibir nada a cambio, no. O al menos no lo creo. Pero si es cierto que hay detalles que me hacen creer en esa teoría de que el cosmos te va alisando el camino a la vez que tú vas teniendo más claro tu destino. ¿Qué cual es mi destino, mi norte, mi meta? Una existencia sin conflictos, sin arrepentimientos, sin disculpas, ... una vida en armonía, serena, confiada y si puede ser divertida, ... pues mejor. 

El domingo, la mañana siguiente al estupendo día de marmitako que pasamos en las fiestas de mi maravilloso aunque mejorable pueblo, fui consciente de que algo me faltaba. Supe que había perdido algo importante por el camino. Sí, había extraviado en algún lugar de aquel bonito, largo e intenso sábado, las llaves de casa. Cundió el pánico, claro. Era incapaz de recordar si podían haberse caído en la furgoneta, en el viñedo, en el restaurante, en el aparcamiento, en la parcela de la cacerola, en el paseo con mi amiga del Gin Tonic, en el fregado, en la vuelta a casa,... nada. Ni una sola pista.

Pero tantas veces he encontrado objetos (algunos insignificantes, otros de mucho valor) y sin medio segundo de demora los he llevado a la oficina de los que velan por nuestro bienestar,... que no podía ser de otra manera, mis llaves las encontró alguien de igual condición, las llevó al lugar que correspondía y allí las encontré yo. Gracias.

Un beso a esa persona desconocida. mjo

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