"El que abandonó la cama a las seis de la mañana de aquel día era un tipo idéntico a mí, pero no era yo. Acudí al cuerto de baño y me aseé un poco en la convicción de que se aseaba otro que me había suplantado durante la noche. Ese otro tenía una conciencia excesiva de su cuerpo. Era consciente de la cantidad de recursos biológicos y mecánicos que se ponían en marcha cada vez que daba un paso hacia una u otra zona de la vivienda. Ese otro se percibía como una máquina, como un robot de una perfección insólita de no ser por los mensajes de aflicción que sus articulaciones enviaban al cerebro.
No tardé mucho en averiguar lo que ocurría: tenía fiebre."
Sigo con La vida contada por un sapiens ...
Una amiga ha tenido fiebre hace unos días. A ella le gusta leer. Pero no le gusta Millás. Qué pequeño es el mundo, dirás. Surrealismo local.
Un beso de cormorán, que no de pato. mjo
2 comentarios:
La amiga de la fiebre no ha experimentado las sensaciones de Millás, pero se está planteando darle una segunda oportunidad. Besos, cormorán
No te sientas obligada. Yo no puedo con la novela negra.
Besos, abubilla.
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