El primer día de escuela siempre me agarra una pena grande en la mitad del pecho. Las lágrimas no salen, pero aunque la sonrisa está puesta desde las siete de la mañana, los ojos, (los mios) le llevan la contraria a los labios y me devuelven en el espejo una tristeza mal disimulada y difícil de explicar. No voy a decir que no quiera un poco de tiempo para esas cien micro-cosas sin importancia, pero inevitables, que tengo que hacer. No voy a decir que no me alegra el inicio de un nuevo curso tras el aprobado del anterior. No tengo razones para preocuparme, porque sé que todo irá bien. Pero, aún así. Siento una pena ...
Antes de entrar ha mirado atrás, él también con los ojos y la boca en contradicción ¿Dónde voy? ¿Qué tengo que hacer? mientras el mundo entero gritaba y se movía como sabiendo perfectamente hacia donde debía correr. Somos así. Él y yo. Y estamos un poco perdidos el primer día de escuela. El primer día de un curso nuevo. Intentaremos hacerlo bien. Lo mejor posible.
Un beso grande a esas personas que, cuando toca un timbre, no saben muy bien qué hacer. mjo
2 comentarios:
algo conmueve agobia y emociona lo que has escrito
Conmover y emocionar puede ser. Agobiar, no quiero.
Un beso seas quien seas. mjo
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