No es secreto que trabajo para un chico con estrellas. Para él y para todo su equipo. Un equipo grande. (En todos los sentidos.) Él, y ese equipo grande, me llevan en volandas de un lado a otro, pidiéndome de todo un poco. De su mano, con los ojos bien abiertos, y el cerebro atento siempre, escucho necesidades, posibilidades, ideas, opciones. Mi cabeza se llena de enigmas que debo resolver. De inventos, decisiones y colores ... mi imaginación vuela y me pongo en marcha. Pienso, busco, elijo, trabajo. Todo encaja. Todo va bien. Y cuando llega el día ... dudo, luego existo. Siempre dudo. Siempre. Siempre.
Ayer a estas horas yo solo era un atajo de nervios, retrasando hasta el atardecer la entrega de tres nuevos cachitos salidos de mi persona. Hoy bailo, y sonrió pensando en ayer. Todo está bien. Todo es perfecto. Gracias. Gracias. Gracias, oí decir, y yo, como un tomate. La verdad es que ha quedado bonito.
Les gusta lo que hago y a mí me gusta la gente para la que trabajo. Con o sin estrellas.
Un beso de cielo despejado. mjo
Nota: Yo de mayor quiero dudar un poco menos y confiar en mí un poco más.
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