De un tiempo a esta parte, cuidar de alguien a quien adoro es el regalo de mis mañanas. No se pueden dar más besos ni más cariños en cuatro horas. Ni más mimos, ni más caricias. No se puede. Y me quedo blandita como el algodón. Día tras días y cada día más.
Y además de blandita, me siento encantada con la amabilidad de las personas que se cruzan en nuestro camino y amablemente dicen eso de: ¿Necesitas ayuda?
Gracias, muchas gracias. Esas son siempre mis primeras palabras. Nos arreglamos bien. Añado. Despacito, pero bien. Muchísimas gracias.
Un chico joven en una terraza se ofreció a cuidar de ella mientras yo acercaba la furgoneta. No me digas que no es bonito.
Un beso de me derrito con la bondad. mjo
Nota: Es cierto, de momento, nos arreglamos sin problema. Con calma, cachaba, chaqueta al hombro, bien sujeta, ...
Pienso, luego actúo, dice un programa de radio. Y hay mucha gente que piensa. Gracias. Muchas gracias.
2 comentarios:
Un abrazo
Fátima
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