martes, 12 de marzo de 2019

Para, respira y llora


De vez en cuando me gusta ejercer de payasa vocacional y me meto donde no me llaman. Lo sé. A veces, muchas muchas, digo tonterías cuando menos hace falta. También lo sé. Es un mecanismo de defensa. O tal vez una estrategia. No sabría decirte. El caso es que, querida amiga, yo no puedo poner cara de pena y mirarte, y esperar a que me cuentes algunas de tus penas, que seguro que son graves, porque tú nunca te quejas. Ya habrá personas más cercanas a ti, que lo habrán intentado todo. Incluso la cara de pena. Yo no puedo. No me sale. Nunca me ha salido. A mí lo que me pide el cuerpo, lo que realmente me pone, es decirte que se pasa, y que de todo se aprende, y que algunas cosillas habrá que hacer para salir airosa de esta situación, y que yo estoy aquí para lo que haga falta.

Lo que tú tienes es... como un constipado, pero en lugar de mocos te salen males y rabietas. Y si lloras, también mocos. Van juntos. Siempre. Claro. Y mira tú, yo siempre recomiendo la trilogía prodigiosa: parar, respirar y llorar. Buenísima para desatascar las tuberías que van desde la cabeza al corazón, desde los pensamientos a los sentimientos. Desde lo lógico a lo irracional. Ay, qué bien si nunca nos preocupase nada y todo fuera fácil y bonito. Una porra. Eso no existe. Y hay que aprender a lidiar con ello. Y cuando digo lidiar, digo asumir, compartir, pelear, confiar y creer. 

De momento no te voy a recetar nada que bastante has adelantado diciendo que no estabas bien. Poco a poco. Los problemas existen, hay que aprender a tomar decisiones para que no nos hagan daño. ¿Una bajita a tiempo? ¿Posponer el estrés de los exámenes? A veces cuidar una planta es más rentable que un título en Harvard. Créeme. Aunque sé de sobra que eres Aries. 

Un beso de una amiga que te va a escribir todos los días. mjo

No hay comentarios: