Si agarro el libro después de comer y me pongo a leer, es fijo que me voy a dormir. No es probable. Es seguro.
En la belleza de "Yo sigo tranquilo, porque todo lo nuevo me alegra, y desconozco las consecuencias de este escalado desastre compartido" cierro los ojos y me dejo caer.
Sueño con la frase. Con el libro. Con la persona que me lo regaló. Me conoce. El libro es extraño. De relatos cortos. De historias que se sugieren más que se cuentan. De finales raros. Me gusta. Claro. Y me gusta saber que me conoce tanto. Gracias.
Este libro no lo leo con prisa. Lo leo cuando sé que solo tengo un rato. Como cuando te enamoras, y sabes que ese sentimiento dura un tiempo. Luego igual te queda el amor de verdad. Ese que hace que lo distingas entre tantos y pienses que tal vez sea para siempre.
Un beso al chico que dice que soy suave. mjo
Nota: El ojo de la garganta. El buen mal. Samanta Schweblin
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