jueves, 1 de agosto de 2013

Sal.


"Era sábado en la mañana, Elisa estaba en el jardín removiendo la tierra de las macetas, empeñada en hacer que reverdecieran las flores a las que no había regado durante la semana. Mil plantas resisten seis días sin riego, pero las azaleas se ofenden con poco, así que ella estaba concentradísima en el asunto cuando su marido apareció por ahí y la miró con la serenidad de quien contempla lo infalible, pero sin poner en su voz lo que había en su mirada. A veces así se contradicen las emociones en el cuerpo. Elisa le preguntó qué le pasaba y él dijo que saldría un momento a ver no sé qué cosas. Las enumeró con enorme dedicación, pero ella no le hizo mucho caso porque creyó sabe perfectamente a dónde iba y prefería no enterarse de a dónde decía que iba. Mil años juntos conducen a una comprensión del otro que a veces parece idiotez, pero que muchas otras es entendimiento de que la vida dura demasiado como para resistirse a sazonar lo mejor de las comidas trayendo a la casa un poco de la sal que tiene lo prohibido. Ella sabía perfectamente el sabor de esa sal y a veces lo echaba tanto de menos que le gustaba llorar para comerse las lágrimas, que algo de salado tienen."

Ángeles Mastretta. Maridos

Un beso a las parejas; a las que empiezan y a las que acaban. Y a las que están en ello. mjo

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