martes, 20 de noviembre de 2018

La cabra tira al monte


Pretendía yo subirme el ánimo en este lluvioso y frío día de otoño a base de reguetón y música alegre cual noche de juerga loca y desenfreno irresponsable. Tres canciones ha durado mi hazaña. Ni un estribillo más. Y es que cuando una se pone así como recogida y silenciosa no hay disco de los 80 que valga, y menos aún si has nacido en los 70 y la década de Mecano te tocó flaca y descolocada. Que lo mío no es el chumba chumba, que yo soy más de transcendentalismos y apocalipsis varias. Que si me levanto con día raro, mejor será que agarre los aparejos y me ponga a trabajar. Mejor también que me olvide de citas y reuniones, que mejor lo dejamos para otro día. Y de la misma, ante la imposibilidad de saltar cual liebre por la pradera, me pongo con la Mercedes Sosa o Lhasa o Cohen o músicas de ésas que de puro importantes no caben en la partitura tradicional y reglamentaria. Y ahí sí, disfruto como niña en cacharrería, cantando y pintando al son de mis inolvidables clásicos otoñales. 

Y es que ya lo dice el listo de la familia: Si te encuentras mal, trabaja. Al día siguiente te encontrarás mejor y encima habrás adelantado faena. Y yo añado: si lo haces con música de la buena, mejor.

Un beso de pinturera y cacharrera. mjo 

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