Me escribe. Contesto. Se molesta. Espero. Me escribe de nuevo. Más molesta. No respondo. Sigo esperando. Respiro. Pienso. Contesto. Pasa tiempo. Me escribe. Contesto. Se molesta.
Somos incompatibles. No lo creo. Lo aseguro. No podemos. Desde el primer momento se dio la anti-química. Esa cosa que necesitamos para relacionarnos con mediana naturalidad. No hubo empatía. Ni cariño. Ni conexión alguna. No hubo nada bueno y sí alguna pizca de lo malo. Y esa pizca no ha hecho más que crecer en este año y medio.
No sé si propiciar una huida en dos direcciones o seguir esperando a que vea con buenos ojos mi paso por este mundo. No me soporta. Ni a mí, ni a mis maneras. Y me acusa de hechos que no son míos. Así no se puede. Tomo aire. Me lo pienso con calma. Respiro. Eso es importante: Respirar. No olvidarse de respirar. Si no reconoce sus mentiras será imposible acercar posturas. Tal vez ya sea demasiado tarde. Lástima. Pero sí. Demasiado tarde.
Un beso de mensajes a malas horas de la noche. mjo
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