Una vez al año (este año dos) se me ve por las calles, apresurada y algo torpe, cargada con bolsas (de papel siempre) con muchas muchas compras .. ropa, telas, complementos,... pero que nunca son para mí. No soy personal shopper, ni nada de eso. Soy, tan solo, la que viste a las chicas y chicos que actúan en las obras creadas en Markeliñe. Me gusta, no te voy a engañar. Es un trabajo extraño; debo imaginar que personaje llegará a ser y debo pensar qué quiere transmitir, qué necesita, qué le quedará bien, necesito adivinar su talla, su movimiento, su estilo. No es fácil. Tampoco es un dolor.
Hoy tenía que hacer una devolución, nada importante, un error en un elemento de atrezzo. No hay problema, ahora mismo le devolvemos su dinero. Casi salgo corriendo. Y es que al mirar el cartel de Devoluciones se me ha hecho un nudo muy dentro y me han entrado ganas de llorar. Hoy no ha sido un día de esos en los que te alegras de ser ciudadano Schengen .. precisamente.
Un beso sin fronteras. mjo
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