martes, 10 de marzo de 2015

La culpa es del sofá.


Llegó a nuestras vidas el 4 de febrero, como las nieves. Grande, robusto y de color chocolate, ... lo plantaron en medio de la sala y de ahí no se ha movido. Recoge nuestras siestas, nuestras películas infantiles y algún que otro desvelo. Es suave, acogedor, práctico y (sí, señor) bastante elegante. La última vez que vi algo sin dormirme fue la gala de los Premios Goya. (Y fue porque me mataba la intriga.) O me pilla muy descansada y con mucha curiosidad o en el minuto 5 de una película (por buena que sea) ya estoy dormida. Y es que cuando cojo postura ... Anoche quería ver El sueño de Casandra, de Woody Allen. Imposible semejante hazaña, frita antes del primer anuncio. Terrible. 

Desde aquí pido disculpas a mi amigo Woody por semejante desplante y a mi compañero de sofá por pedirle la película y luego ponerme a roncar. 

Un beso grande a las personas del otro sofá de mi vida, ... ese de color ...(¿?) amarillo, melocotón, caldera clarito, ... mjo

Nota: Ese sofá tiene la culpa de otras cosas. Mira que llegar el jueves pasado en semejante estado.

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