lunes, 6 de febrero de 2023

La chica de Nosotros en la noche

 

Llegó al rincón deshecha en lágrimas. Diluida, diría yo. Toda ella era agua, dolor y pena. Vino de la mano de una amiga. Sin fuerzas. Sin ganas. Sin ilusión alguna. Y la acogimos con prudencia y con cariño. De eso han pasado ya unos años. No llevo la cuenta. Me parece que no hace falta llevar la cuenta de estas cosas.

Hace poco supe que algo mío le había molestado. Algo que había hecho. Algo que no había hecho. Y me pregunté hasta el infinito por que motivo las personas no decimos lo que sentimos. Tal vez sea porque pensamos que esa molestia pasará y que aguantaremos sin hablar de ello. Tal vez sea por miedo. O por pudor. O por esa sensación de no saber si es justo ese sentimiento. La duda del enfado. La confusión del sentimiento. Imagino que no sabré la respuesta. Y pasarán los años. Y perderé la cuenta. 

Ahora solo me queda compensar la falta. Cuidar para que no haya tanta distancia entre lo que ella piensa y lo que a mí me llega. (Y eso lo puedo atribuir a mi relación con un montón de personas.) De igual manera que yo acostumbraré a decir, pedir, explicar, lo que piense cuando salga de la duda del enfado, de la confusión del sentimiento. 

Un beso de a mí todo se me pasa rápido si no es grave. Y casi nada es grave en esta vida. Excepto lo que es verdaderamente grave. mjo

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