jueves, 23 de mayo de 2019

Un griego flaco


Y salió a escena con su cortina en imperdibles, el tridente pintado de dorado y una sonrisa de oreja a oreja. Clavó sus frases, alzó la voz (aunque tampoco exageramente, hay quien dice que no se oía nada) y su gracia final no se escuchó entre los aplausos y la ovación. Un crak. Ni nervios, ni calambres. Solo contento. Y atareado como estaba en repartir las copas y preguntar a una chica con capa roja y trenza en espiga si estaba preocupada (un 89% dijo ella) se le pasó el día jugando descalzo y con los hombros al aire. Quiere repetir. Claro, claro. La primera vez que subió a un escenario levantó el telón, y de eso ya hace un montón de años. El directo no le intimida, en una ocasión le vimos la barriga mientras el coro seguía. Él siempre inclina la espalda para saludar como un buen artista. Pues nada, que siga. 

Un beso desde la tercera fila. mjo 

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