jueves, 22 de diciembre de 2022

Imposible

 

Quedó claro que no pretendía seducirle. En un primer vistazo tras abrirle la puerta tuvo que pensar que, o estaba loca, o quería demostrar que no es obligatorio ponerse mona para recibir a un técnico ... aunque sea el técnico del horno. Aunque sea para reparar un horno cuyo reloj se ha estropeado. Y todas sabemos lo importate que es el reloj del horno. No me digas que no. Llevaba la ropa de estar en casa, una bufanda por cuestión de toses y unos pelos rebeldes, que ya por si solos anunciaban una falta de interés en aparentar coquetería digna de la más destartalada de las personas. Y es que, aporto detalles, la cabellera apuntaba al techo en una extraña forma de abanico roto que también podría ser la cola tronchada de un ave exótico en días de calor y lluvia. Y es que el despiste es tal que huyen despavoridas las etiquetas, los protocolos y las verguenzas. Que cuando el oxigeno no llega al cerebro, no llega. Y no hay nadie en casa. Cabeza hueca. ¿Me explico? 

Imposible ver libidinosas intenciones en alguien con semejantes pintas. Mis chicos pueden estar tranquilos. Aunque hay quien dice que otro gallo cantaría si en lugar del técnico, anunciara con llamar a mi puerta el uniformado y tantas veces mencionado ... (y hasta aquí puedo leer)

Un beso de desastre con patas y bufanda. mjo

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