lunes, 9 de febrero de 2015

Hasta el moño.


Ni ofendida, ni molesta, ni cansada. Lo mio es, sencillamente, que no me callaré en el intento. Si yo creo que dentro de lo correcta que estuvo la gala del sábado donde se repartían los Goyas, el único error no fue darle una vuelta de tuerca a la expresión verbal (que rica es la nuestra) y no caer una y otra vez en "espectadores, nominados, .." siempre ellos, pues lo tendré que decir. ¿Acaso no he ido yo al cine? ¿Acaso no estaba María León mordiéndose las uñas para que le tocara el de mejor actriz? Nooo. Allí, en la sala, y fuera, solo había (según el lenguaje) hombres. Pues no. No me voy a callar nunca. Tampoco me voy a pegar ¿para qué? Lo que no entiendo es que en cuanto saco el tema a los masculinos que me acompañan se les disparan las venas. ¿Pero qué más os da lo que yo piense? ¿Pero por qué me ponéis ejemplos chorras? Si no es tan difícil ser impecable con las palabras. Si yo tuviera una hija (además del hijo que ya tengo) no me gustaría que me preguntaran por los hijos, y creo a mi hija tampoco. Si a ti no te importa, es cosa tuya, pero déjame a mí que exprese mi desconcierto ante tanto acomodo de pensamiento y lengua sin que tengas que darme lecciones de lo que te parece correcto sólo porque así esté escrito. Para empezar no es lo mismo tener amigos que tener amigas y amigos y no es lo mismo tener padres que padre y madre. No es lo mismo.

Yo me siento feliz confeccionando las frases que salen por mi boca tal y como yo creo que expresan la realidad que yo vivo. Si tú también eres feliz, sigue así, y no cambies nada, yo no te voy a obligar. No temas. Pero, acéptalo, no opinamos igual. Será porque tú eres chico y yo chica.

Un beso de lunes con moño y mantilla. mjo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me uno a tu moño y mantilla. Yo también intento siempre que salgamos de la invisibilidad.
Un abrazo
Fátima