"Llueve, detras de los cristales, llueve y llueve, sobre los chopos medio deshojados, sobre los pardo tejados, sobre los campos, llueve.
Pintaron de gris el cielo y el suelo se fue abrigando con hojas, se fue vistiendo de otoño. La tarde que se adormece, parece un niño que el viento mece con su balada de otoño.
Una balada de otoño, un canto triste de melancolía, que nace al morir el día. Una balada de otoño, a veces como un murmullo, y a veces como un lamento, y a veces viento.
Te podría contar que está quemándose mi último leño en el hogar, que soy muy pobre hoy, que por una sonrisa doy todo lo que soy, porque estoy solo y tengo miedo.
Si tú fueras capaz de ver los ojos tristes de una lámpara y hablar con esa porcelana que descubrí ayer y que por un momento se ha vuelto mujer.
Entonces, olvidando mi mañana y tu pasado volverías a mi lado.
Se va la tarde y me deja la queja que mañana será vieja de una balada de otoño."
Hoy de otoño no, Serrat, de invierno (y tardío). Siempre que caen las gotas (insistentes y llenas) contra el cristal de mi ventana ... viene a mi cabeza tu canción. Triste. A veces muy triste. Pero bonita canción.
Un beso de viernes y garrapiñadas. mjo
2 comentarios:
A mi me ocurre igual, cuando miro a través de la ventana y las gotas de lluvia resbalan por el cristal, mi mente canta una balada de otoño, como un susurro, como un lamento.
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