sábado, 25 de noviembre de 2017

Cada martes, a las 9:00 h


Me clava sus dedos entre las costillas y yo no me quejo. Seguro que es necesario. Tiene las manos tan fuertes como suave el tono, y cuando se ríe o tose parece una ninfa pequeña. El primer día hablamos poco, el segundo un poco más, y ahora ya somos casi como conocidas. Ella runner, yo creativa. Sé de ella que le gustan los caballos, y ella sabe de mí que no me gusta correr. Compartimos noticias de fin de semana, principios básicos como la relatividad del tiempo y algunos datos sobre descendencia y compañeros. Vamos despacio, como las buenas parejas. 

Las manos de mi fisio, estrujan y estiran y yo (qué remedio) me dejo. Confío en ella. Me da que sabe lo que se anda. Y aunque ojalá que me arregle pronto y ya no tenga que ir más a verla, sé que esto no ha hecho más que empezar. Ante todo mucha calma. 

Un beso a la chica del reloj de Matrix. mjo

Nota: De parte de la chica de Kill Bill.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De nada preciosa, siempre es un gustazo apretujar, estirar, siempre y cuando llegue al fin que tengo en mente y lo estamos consiguiendo.

Otro beso de la chica del reloj de Matrix, (me encanta la comparativa, jajaja)