El síndrome del impostor, a veces llamado fenómeno del impostor o síndrome de fraude, es un fenómeno psicológico en el que la gente es incapaz de internalizar sus logros y sufre un miedo persistente de ser descubierto como un fraude. No es una enfermedad mental oficialmente reconocida, y no se encuentra entre las condiciones descritas en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastrornos mentales, pero ha sido el sujeto de numerosos libros y artículos por psicólogos y educadores. El término fue acuñado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978.
A pesar de las pruebas externas de su competencia, aquellas personas con
el síndrome permanecen convencidos de que son un fraude y no merecen el
éxito que han conseguido. Las pruebas de éxito son rechazadas como pura
suerte, coincidencia o como el resultado de hacer pensar a otros que son
más inteligente, competentes ... (o lo que sea) de lo que creen ser.
El síndrome del impostor, en el que gente competente encuentra
imposible creer en su propia competencia, puede ser visto como
complementario al efecto Dunning-Kruger, en el que gente incompetente encuentra imposible creer en su propia incompetencia.
Lo han dicho en la radio, y como a un perrillo de aguas, se me han levantado las orejas.
Un beso de impostora aterrada antes los nuevos proyectos que llegan. mjo
Nota: No confundir con el síndrome de Capgras, donde el paciente observa a una persona familiar y cree que esa persona ha sido reemplazada por un impostor. (Curioso también. Otro día, escribo de ello.)
4 comentarios:
Ya que estás, ¿no sabrás si existe el síndrome del miedo al taladro? Síndrome Black & Decker, 😊. Igual es más fácil que todo éso y es inseguridad y autoexigencia, perfeccionismo ... De impostora nada de nada
Lo del taladro es por el ruido. ¿A quién podría gustarle?
Y lo de perfeccionista ...¿yo? ¿estamos hablando de la misma persona?
Un beso de gracias por el intento. mjo
No sabes lo común que es esto del síndrome del impostor. Escribes algo, lo lees y piensas que está genial. Lo dejas macerar, lo relees y dices menuda ...... Y piensas que no vale para nada lo que has hecho. Y es por eso por lo que a mí al menos me cuesta tanto acabar un relato y darlo por cerrado.
La vida nos cría y nosotros nos juntamos. Vaya par.
Un beso de impostora con buena voluntad a creyente de impostor sin motivos. mjo
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