sábado, 18 de junio de 2016

Momentos


Trozos pequeños de papel en el bolsillo, pintura blanca en los dedos, hambre, sed, ideas que hay que dejar para el lunes que viene, un trozo de cuerda en el otro bolsillo, más papel, más pintura. Así salgo del taller. Con la necesidad de salir y las ganas de volver. Se está muy bien ahí dentro. Hay claridad, música, tranquilidad, y hay un montón de objetos que esperan ser utilizados, o cambiados de lugar. Cada cosa quiere un espacio bonito, en el que la luz realce sus formas, su color y su textura.

A veces las cosas se aburren del espacio que ocupan, de las otras cosas que permanecen a su lado, y necesita amistades nuevas. El bote de cristal se lleva muy bien con la rafia natural y el papel claro y rugoso. La cesta de huevos que contiene a la reina del rincón necesita un pared blanca detrás, eso le da seguridad. La de alambre prefiere estar cerca de la ventana, y que la luz permita apreciar todo su contenido. Todas las cosas van y vienen. Así yo recuerdo que existen y me ayudan a inventar mi trabajo. 

Pero también hay cosas que no se trasladan nunca. Llevan ahí más de un año y están tan cómodas y tan bonitas que no voy a moverlas si no me lo piden ellas. Una de esas cosas es el plano que me trajo una amiga de un viaje. Preside, frente a mí, esa tabla de madera que tanto transito soporta. Tiene el color que necesito ver si levanto los ojos del papel. Y me hace pensar en un lugar en el que no sé si estaré pero en el que ella estuvo y pensó en mí, y me trajo, protegiéndolo bajo la lluvia, como regalo para mi taller. Conservo la bolsa de papel, incluso he enmarcado un fragmento. 

A veces, hay cosas que hay que mover, y otras veces, hay cosas que deben permanecer.

Un beso de gotas de agua. mjo

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