viernes, 15 de septiembre de 2017

Y luego esa frutera rubia


Barajo dos hipótesis, o bien le recuerdo a alguna cruel y malvada profesora de lengua de su dulce época de escolarización o soy la viva imagen de la chica que le quitó (cuando menos lo esperaba) al hombre que iba a ser el amor de su vida for ever and never y padre de sus hijas e hijos. Algo así tiene que ser porque si no es así, no lo entiendo. Me ha tratado con desdén, con rabia, con poca (o ninguna) educación, y todo sin motivo. En dos ocasiones he estado tentada a dejar las naranjas y decir: hasta nunca, guapa. Yo que tú, me lo hacía mirar. Pero necesitaba la fruta para aliviar los síntomas de un amenazador resfriado, llovía desproporcionadamente para la época del año en la que estamos y era la más cercana a casa. La última vez, lo juro. No vuelvo. Además, para colmo, zumo no tienen mucho las mencionadas naranjas. 

Un beso de vaya día de bordes. mjo

Nota: Con lo bonito que es ser amable...

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