martes, 5 de julio de 2011

Gustav Mahler.


"Cuando murió su padre, Agnes tuvo que preparar la ceremonia fúnebre. Quería que el entierro fuera sin discursos y consistiera sólo en la audición del adagio de la décima Sinfonía de Mahler, que le gustaba particularmente a su padre. Pero era una música terriblemente triste y Agnes tenía miedo de no ser capaz de contener las lágrimas durante la ceremonia. Le parecía insoportable sollozar delante de la gente y por eso puso el disco del adagio en el tocadiscos y lo escuchó. Por primera vez, por segunda vez, por tercera vez. Aquella música le recordaba a su padre y ella lloraba. Pero cuando el adagio sonó en la habitación por octava vez, por novena vez, el poder de la música había perdido su filo; cuando hizo sonar el disco por decimotercera vez, no le emocionó más que si hubiera oído el himno nacional paraguayo. Gracias a aquel entrenamiento consiguió no llorar durante el entierro." La inmortalidad. Milan Kundera.

No será la décima. El próximo 21 de julio sonará la Sinfonía nº 5 de Mahler en el Palacio Euskalduna, en Bilbao. Y yo voy a ir. (Si no pasa nada)

Un beso. marijo.

Nota: Ese día es el cumpleaños de un amigo. Aunque me vaya de concierto ... no te libras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿y si voy al concierto contigo, y así la que no te libras eres tu?
¿Suena un poco a amenaza no?
Besos.
Fdo: The moleteitor