Amante como soy de las plantas verdes, no podía soportar ver como se llenaba la tierra de mis macetas de la incesante agua que arrojaba el cielo. ¡Por favor, qué manera de llover!
A través de los cristales, contemplaba preocupada que el agua rebasaba los limites de lo permitido en los platos que coloco siempre bajo cada tiesto, y sufría por ello. Semejante cantidad de H2O no puede sentarle bien a nadie, menos a una tierna planta de alegría, a un ficus o a una enredadera. Ni los geranios de aitite aguantan semejante riego.
Contra viento y marea me lancé al balcón para salvar del chaparrón a mis queridas plantas (muchas plantas) verdes. Una a una fue sacada de su jardinera, vaciado el plato (viendo entristecida como la sustancia de la tierra se iba con el líquido depositado. Pronto tendré que alimentarlas de nuevo) y busqué un lugar en el suelo para protegerlas del violento y húmedo clima que nos acompaña estos días de enero.
Ahora no hay un centímetro cuadrado del suelo que no esté invadido. Entre el limonero, el jazmín, las suculentas, … no puedo ni pasar. Voy a esperar a que la lluvia/viento/frío/nieve arrecie para volver a poner cada criatura en su sitio y poder seguir presumiendo de mi particular y salvaje naturaleza.
Un beso de adoro mis plantas. mjo
Nota: Se me helaron los dedos, me mojé entera y soy consciente de que arriesgue mi vida con ello, pero mereció la pena. Siempre merece la pena.
4 comentarios:
Jajaja, te llovió de lado
¡¡¡Sí!!! Solo quien lo ha vivido sabe de lo que hablo.
Buenos días, guapa.
Hola,
Ellas te loa agradecerán regalándote colores, aromas y hasta música con el viento o la lluvia :)
Un aabrazo
Fátima
... y brotes, y limones y flores de colores.
muak!
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