miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cines Capitol, en Bilbao.


Había pasado por la calle, pero no me había dado cuenta. Hoy he vuelto a pasar y lo he visto. Un (gran) cartel anuncia la próxima apertura de una tienda de deportes, la marca de una enorme franquicia que se extiende por todas partes, ya no sólo en los centros comerciales, sino también en las ciudades. Pobres cines, he pensado, ya nadie los quiere. Son viejitos, poco rentables y no pueden con la competencia que también se extiende por todas partes.

Antes, ir al cine, suponía darse un paseo hasta la sala, comprar la entrada, ir a tomar algo, esperar para entrar en la sala. Tranquilamente veías la película, con más o menos gente, y después, sin prisa, salías por la puerta de atrás, otra vez a la calle, a buscar un lugar donde picar algo y hablar de la película. ¿Te ha gustado? ¿No? El actor, la actriz, ... buena fotografía ... Llámame romántica, pero para mí eso es ir al cine. Y ahora, parece que las cosas están cambiando. Para ir al cine tienes que ir en coche hasta un centro comercial, aparcar, comprar tu entrada, (mejor si lo haces en una máquina y así no hay colas, te dicen) ves la pelí, sales otra vez, de nuevo a ese paraíso artificial de tiendas y establecimientos de comida rápida y super rápida donde puedes hacer de todo menos pasearte al aire libre y hablar un rato.

Las cosas están cambiando, ya lo sé, y los cambios están bien, ... pero, ... los cines de antes, .... los están derrumbado uno a uno y me da ... miedo.
¿Te imaginas que un día vas por la calle y el Areto ha desaparecido porque van a construir un gimnasio con hamburgueseria incluida? Espero que nos dure muchos años. Me gusta mucho ir al cine.

(Reflexiones de una viejita.) mjo

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