miércoles, 25 de junio de 2014

Picnic.


No hacía falta. No era necesario. No lo esperaba. No lo imaginaba. Y ahora ... ¿qué hago yo?

Fue un regalo el día. Estábamos nerviosas, claro. Era un día importante. Un día que no se repetiría. Pero todo fue tranquilo. No levantamos la voz. No hicimos las cosas con prisa. Todo lo hicimos despacio, disfrutándolo y saboreándolo. Fijándolo en el recuerdo para hablar de ello cuando pase el tiempo. 

Y momentos así no requieren nada a cambio. Ellos mismos son un regalo.

Como con palabras no se quedaba tranquila, tuvo que volverse loca buscando una sorpresa, y dió con ella. Ahora tengo una cesta (mejor, una maleta) para irme de picnic a algún sitio bonito. Tiene servilletas y copas y una tela de cuadros y un montón de cosas. Y es bonita y me hace ilusión. Pero no hacía falta. Ahora solo espero romperla a base de excursiones con tu familia y la mía. ¿Me lo prometes?

Un beso grande y agradecido. mjo

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué hermosura Marijo! May your wishes come true.
un aabrazo
Fátima