A mi izquierda, presidiendo lo mesa y promotora de la celebración culinaria, los ojos azules (junto con M.) más bonitos del rincón. Tan bonitos como su sonrisa. (Así le han salido las hijas.) Y a mi derecha nuestra pelirroja favorita. Esa que dice que su hijo es más bonito por dentro que por fuera. (Y doy fe de que por fuera es muy bonito.) Frente a mi, la señora más dulce y más amable del rincón. Tiene un saber estar que ya nos gustaría a muchas. Y un saber mirar las adversidades, envidiable. Junto a ella, la que nos hace reír con sus teorías sobre la educación de los nietos con manual, y la defensora a ultranza de una conversación sin móviles encendidos. (¡Ole!) Junto a la pelirroja una señora cariñosa, positiva y divertida. De las últimas en llegar al grupo. Un descubrimiento. Frente a ella, la ayudante de la promotora. Discreta, serena, valiente. (Ya queda menos, tú me entiendes.) Más allá, la rubia de la risa contagiosa, la elegancia hecha persona, la que cuando se pone las gafas ... es por que no ve. Y a su vera, la que se deja siempre contagiar por una risa. Una joya. Me gana en canas, pero por poco. Presidiendo al otro extremo, ... no tengo palabras, ella, la que todo lo disfruta. La amante de los viajes, la sonrisa perpetua. Me quedan M. y M. La primera, vino por primera vez no hace mucho, y yo pensé que no volvería. Suave, callada, y nosotras ruidosas, más locas. Pero vino. Y volvió a venir. Gracias. Y alguien que ya no puede venir al rincón pero sí se animó a la comida. Otra M., siempre es un gusto volver a verte.
También estaba yo, claro. La excusa, que no el motivo. Ellas no me necesitan, aunque no se han dado cuenta aún. (¿Lo que más me gusta de ellas? escucharlas. Saben tanto.)
Nos faltaros algunas, pero por buenos (y bonitos) motivos. ¡Enhorabuena!
Un beso grande a todas. mjo
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