Vuelvo al teatro de nuevo. Un restaurante sin clientela, una clientela sin tiempo, y unos cerdos, pingüinos y perros que andan perdidos entre coliflores y zanahorias. Todo prueba y error. De nuevo a crear de la nada. Un fieltro que puede (con la ayuda de un imán) convertirse en una gallina, un cartel reversible entre un sueño y el negocio puro y duro. Una vaca con ubres azules. Un huerto de plantas gigantes. Un lugar mágico que es una isla en este loco mundo.
Me gusta. Me encanta. Y a la vez ... me asusta. ¿Cómo no? Como siempre. Todo reto lleva algo de riesgo. Y todo riesgo inspira algo de miedo. En movimiento. Poco a poco. Sin temor a equivocarse. Así se hacen las grandes cosas, las medianas, y las pequeñas. Cada día un poco, o un mucho, y al final... lo has conseguido sin saber muy bien cómo.
Te iré informando. De momento tengo que buscar una vajilla irrompible, un sombrero hipster y ... un montón de cosas más.
Un beso de menú. mjo
1 comentario:
¡Suerte! Suena estupendo
Un abrazo
Fátima
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